Los pañuelos de bolsillo El pañuelo de bolsillo padece diversos e injustificados prejuicios, concerniente el más serio a la propia oportunidad y conveniencia de su uso. En efecto, algunos cuestionan este complemento por estimarlo innecesario e irrelevante; otros van más allá, al considerarlo un detalle de mal gusto e, incluso, de arrogancia de poco estilo. Nada más lejos de la realidad, el pañuelo de bolsillo es un complemento que, bien elegido, proporciona al atuendo un toque de distinción y elegancia, con tal que acentué la armonía del conjunto. Otros supuestos inconvenientes carecen también de fundamento; subrayemos, en cambio, una serie de posibilidades y virtudes de aquél que no siempre se valoran adecuadamente.
Contra una creencia bastante extendida de que, para combinaciones adecuadas, resulta indispensable un crecido número de pañuelos, lo cierto es que unos pocos bien escogidos, bastan. Por ejemplo, algunos, como los de batista o seda blancos no sólo están indicados para ocasiones solemnes sino en otras con las que resultan acordes chaquetas informales o deportivas; a las que, por supuesto, cuadran asimismo colores y estampados muy varios. Indudable opción personal es el modo de doblar o llevar el pañuelo, con dobleces geométricas o arrugas irregulares. Cierto es que, para una u otra configuración, se requieren pañuelos de calidad, en seda o lino, con costuras hechas a mano. Añadamos, por último, que el pañuelo de bolsillo dista de ser un mero complemento a combinar con corbata; al punto que, cuando ésta falta, el pañuelo de bolsillo cobra máximo protagonismo, ya que añade al propio el de aquélla.
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