viernes, octubre 20, 2006

Orihuela, una ciudad monumental



Emplazada en el sector de contacto entre sierra y vega, aprovechando un meandro estable del río Segura, Orihuela, capital de la gobernación meridional y luego también sede episcopal, fue la segunda ciudad en rango del reino de Valencia, sólo cedía a ésta, única de dicho ámbito a la que lo hace hoy en patrimonio monumental. Las citadas funciones y un dilatado término general auspiciaron el avecindamiento en Orihuela de nutrido y poderoso patriciado, integrado por eclesiásticos y nobles, que confirieron a la urbe un sello entre levítico y señorial, con una robusta impronta en la morfología urbana, que llega hasta hoy con abundante presencia en el casco histórico de iglesias, conventos, casonas y palacios.

Aunque privan los edificios de naturaleza religiosa, los de origen nobiliario son asimismo notorios y numerosos. Resaltemos que, entre los primeros, cuentan cinco monumentos nacionales, a saber: el imponente Colegio de Santo Domingo (ver Colegio de Santo Domingo) , antiguo convento de dominicos y universidad, levantado entre los siglos XVI y XVIII, con elementos renacentistas y barrocos; las bellísimas iglesias góticas del Salvador, convertida sucesivamente en colegiata y catedral, la de Santa Justa y Rufina, y la de Santiago, donde celebraron cortes los Reyes Católicos en su marcha hacia la conquista de Granada; y, por último, el elegante palacio episcopal, de traza dieciochesca, recientemente restaurado.

A la cabeza del estamento nobiliario figuraron los titulares de señoríos alfonsinos, algunos de los cuales lograron títulos nobiliarios y, en algunos casos, la Grandeza de España. A los dos linajes más poderosos del Bajo Segura, los de Rocamora y Roca de Togores, respectivamente marqueses de Rafal y condes, luego duques, de Pinohermoso, títulos sobre los que se apoyan sendas Grandezas de España, corresponden los palacios de mayor entidad y empaque. A los primeros el actual palacio del conde de la Granja, cuya fachada fue renovada en el siglo XVIII por Jaime Bort, mientras el de los segundos, hoy biblioteca municipal, radicaba en la Plaza de la Pía o del marqués de Rafal, cuya actual mansión hace frente a aquél. Subrayemos, no obstante, que, a pesar de ruinas y derribos, la nómina de palacios y casonas nobiliarias subsistentes es larga; y en ella, además de los citados, se incluyen muestras tan valiosas y prototípicas como los palacios del marqués de Arneva, actual Ayuntamiento, de Tudemir o del duque de Béjar, convertidos en atractivo y comfortable hotel, del Barón de La Luide, del Portillo, que acoge la Caja Rural, y el de los marqueses de Rubalcaba, transformado en museo. En suma, Orihuela encierra un riquísimo conjunto monumental, el segundo en importancia de la Comunidad Valenciana.

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- Castillos y palacios en los señoríos valencianos

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domingo, octubre 15, 2006

Colegio de Santo Domingo (Orihuela)



El oriolano don Fernando de Loazes, sucesivamente obispo de Elna, Lérida, Tortosa, arzobispo de Tarragona y arzobispo de Valencia- Patriarca de Antioquia, mandó levantar la grandiosa fábrica renacentista de Santo Domingo, por más que se finalizara transcurridos muchos años de su muerte, con la monumental portada barroca de de la universidad. Fue también él quien inició el largo y complicado itinerario que llevaría cien años después, en 1646, al logro completo de la Universidad de Orihuela; con esa finalidad hizo cuantiosas donaciones, legó sus bienes muebles e inmuebles y escogió como embrión del centro de estudios superiores al convento de dominicos de Nuestra Señora del Socorro y San José, intramuros de Orihuela.

Así pues, las obras de Santo Domingo, el edificio más emblemático del antiguo reino de Valencia y monumento nacional, dieron comienzo en 1553 y concluyeron mediados el setecientos. De la imponente construcción sobresale, en primer término, una grandiosa fachada, muy austera, con marcado predominio de de la línea horizontal, sólo interrumpida por ventanas y las portadas que dan acceso a la iglesia, convento y antigua universidad respectivamente; de éstas, las dos primeras, labradas en el quinientos, son las más antiguas, si bien la de mayor monumentalidad es la gran portada barroca de la universidad, diseñada a comienzos del siglo XVIII por Pedro Juan Codoñer.

En el interior, los elementos y dependencias principales son, además de los dos maravillosos claustros, la iglesia y su torre-campanario, la historiada portada de la sacristía y el refectorio. La iglesia, salvo la fachada, que es posterior, fue trazada en el seiscientos por Pedro Quintana, quien concibió una masa única con bóveda de medio cañón, capillas entre los contrafuertes y cúpula en la unión de crucero y nave. Más tardía es la torre, con rica decoración, que, a mediados del siglo XVIII, reemplazó al campanario renacentista. Por su parte, la puerta de la sacristía debida a Juan Inglés, a quien se ha atribuido sin plena seguridad la traza originaria de Santo Domingo, es del último tercio del XVI, concebida como un arco del triunfo sobre el que apoya un templete. El espléndido y espacioso refectorio del antiguo convento muestra nervaduras de gótico final, y fue reformado en el siglo XVIII, enriqueciéndolo con uno de los mejores zócalos de azulejería valenciana que han llegado a la actualidad.

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