Castillo-Palacio de Espejo

El Castillo-Palacio de Espejo en Córdoba

En la campiña de Córdoba, y en la cuenca del río Guadajoz, tributario del Guadalquivir, radica el término de Espejo, limítrofe con los de Córdoba, Montilla y Castro del Río. El elemento más notorio de la iconografía local, motivo del escudo municipal, es el castillo edificado en la primera mitad del siglo XIV por Pay Arias de Castro, ampliado con posterioridad. De los poderosos torreones que lo defienden, sobresale la robusta torre del homenaje, que centra el conjunto.

Por coyundas de alcuña, el señorío entró en la Casa de los Uceda, donde abolido aquél, la titularidad del castillo se ha transmitido hasta la actualidad. Del matrimonio del decimotercer duque Don Mariano Téllez-Girón y Fernández de Córdoba, que también lo fue de Osuna, con Doña Petra Duque de Estrada, hija de los marqueses de Villapanés, nació, póstuma, Doña Ángeles Téllez-Girón Duque de Estrada y Fernández de Córdoba, entre otros muchos títulos, duquesa de Osuna y Uceda, quien recibió por herencia de su padre, el castillo-palacio de Espejo, conocido asimismo por castillo del duque de Uceda.

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Castillo de Vélez-Blanco

Castillo-Palacio de Vélez Blanco

Mediado el siglo XV, el linaje más influyente y poderoso en el reino de Murcia era el de los Fajardo, Adelantados de Murcia y Condes de Cartagena. Consideraron los Reyes Católicos que, por su singular valor estratégico, Cartagena debía volver a la Corona de Castilla, y resolvieron su permuta por las villas de Vélez-Blanco y Vélez-Rubio, concediéndolas al Adelantado con título de marqués, además de cuantiosas compensaciones económicas. Fue el primer marqués, Don Pedro Fajardo, quien decidió la construcción, en posición eminente y de fácil defensa, donde habían radicado sucesivamente un castrum y la alcazaba, del impresionante castillo-palacio señorial de Vélez-Blanco, comenzado en 1506 y concluido nueve años después.

Del cuerpo principal del grandioso edificio de planta hexagonal irregular, sobresale la severa y elegante torre del homenaje. Adosada a esta construcción se sitúa otra, para controlar la rampa de acceso y el puente levadizo, unida a aquélla de por doble arco de salvaguardia.

En el interior, era pieza sobresaliente el gran patio cuadrado de honor, dotado en dos de sus lados de doble galería superpuesta de arcos de medio punto rebajados, sobre columnas cilíndricas; labrado de maravilloso conjunto, de clara influencia italiana, en mármol de Carrara. Desgraciadamente, de los valiosos elementos que ornaban la principesca mansión (azulejería morisca de reflejos metálicos, zócalos platerescos, puertas y artesonados en nogal, frisos, etc.) nada queda. Singularmente lamentable fue el arranque, en 1904, del referido patio de honor para su traslado a un chalet parisino, si bien su destino final sería el Metropolitan Museum de Nueva Cork. Incorporado el marquesado de los Vélez al de Villafranca, y, con éste, al de la Casa de Medinasidonia, las dificultades económicas de ésta condujeron al desmantelamiento de artesonados, zócalos y galerías del deshabitado castillo-palacio de Vélez-Blanco.

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Castillo-Palacio de Montemayor

El castillo-palacio de Montemayor en Córdoba

En el término y villa de Montemayor, perteneciente a la campiña cordobesa limítrofe con los municipios de Santa Cruz, Montilla, La Rambla y Fernán-Núñez, radica el notable castillo-palacio de Montemayor, cuyo elemento más destacable son sus tres hermosas torres góticas. Vinculado a los Fernández de Velasco, condestables de Castilla y duques de Frías, tras la incorporación de jurisdicciones a la Corona, abolición de derechos exclusivos, privativos y prohibitivos, y supresión de mayorazgos, les siguió perteneciendo casi la totalidad del término, repartida en una serie de cortijos.

Es de notar que, además de su notable interés arquitectónico, el castillo de Montemayor ha albergado el importante y nutrido archivo de este encumbrado linaje castellano y de sus enlaces nobiliarios, que incluían entre otros, los condales de Oropesa, Fuensalida y Alcaudete. La ordenación del rico fondo documental se benefició del esfuerzo personal y dedicación del anterior duque de Frías, Don José Fernández de Velasco y Sforza, miembro de número de la Real Academia de la Historia.

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Palacio Ducal de Sanlúcar

El Palacio Ducal de Sanlúcar de Barrameda

Otorgado el señorío de Sanlúcar de Barrameda por Alfonso X al padre de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, la construcción del palacio no se inició hasta 1419 por Enrique de Guzmán, conde de Niebla y señor de Sanlúcar, si bien su traza, sin que faltaran modificaciones posteriores, debe mucho a las obras efectuadas hacia 1533 por mandato del cuarto duque de Medinasidonia. Entre sus elementos arquitectónicos, sobresale una galería de arcos sobre columnas de mármol, que comunica con los jardines. La mansión ha pertenecido a la Casa de Niebla-Medinasidonia cinco siglos, hasta la actualidad.

De los egregios personajes que residieron en aquél, dos de las duquesas, por su acusada personalidad han sido particularmente famosas: María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo (1762-1802), duquesa de Alba y también de Medinasidonia, que, acompañada por Goya, vivió aquí el destierro de la Corte, a causa de su enfrentamiento con la reina María Luisa de Borbón, esposa de Carlos IV; y, dos centurias después, la anterior duquesa, María Luisa Álvarez de Toledo y Maura, que por su actitud contestataria con el Régimen de Franco, fue sobrenombrada la “duquesa roja”, y puso a contribución un gran esfuerzo para ordenar el riquísimo archivo de la Casa ducal y sus enlaces, uno de los más importantes de la nobleza española, conservado en este palacio.

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Castillo-Palacio de Almodóvar del Río

El castillo-palacio de Almodóvar del Río

Contados son los castillos españoles que permanecen en manos de descendientes de titulares de los antiguos señoríos jurisdiccionales; y menos aún, entre ellos los que se encuentran en buen estado y habitado como el castillo-palacio de Almodóvar del Río. Construido por los musulmanes y reedificado después su conquista por Fernando III, posee una torre de más de treinta metros de altura y, en el interior de la plaza de armas, otras cuatro; de ellas, tres esquinadas y una redonda. La fortaleza, asentada en un peñón con más de 75 metros de alzada, domina la población de Almodóvar.

En 1629 Don Francisco Corral y Susman, caballero de Santiago y señor de la villa de la Reina, compró a la Corona el señorío y jurisdicción de Almodóvar. y la alcaidía de su castillo. El señorío jurisdiccional se transmitió entre sus descendientes, hasta la abolición de éstos por el Decreto de Cortes de 6 de agosto de 1811. Mantuvo el linaje, no obstante, la posesión del castillo, que, mediado el siglo XIX, pertenecía a Don Fernando Desmaisieres y Fernández de Santillán, marqués de la Motilla y de Valencina, conde de Torralva y Casa-Alegre. Pasó luego a los Solís, y fue restaurado, en la segunda mitad del siglo XX, por el anterior marqués de la Motilla y Valencina, Don Fernando de Solís-Beaumont y Atienza.

Palacio de Dueñas

El palacio de Dueñas en Sevilla

La célebre mansión de los duques de Alba en Sevilla es llamada el Palacio de Dueñas, por hallarse en esta calle, que toma nombre del desaparecido convento de Santa María de las Dueñas, donde profesaban las damas de la nobleza sevillana. La construcción, a la que da acceso un gran arco ornado con el escudo ducal en azulejería trianera dieciochesca, conserva innegable grandeza, por más que no sea sino parte reducida de la originaria, que contaba con once bellísimos patios. El palacio fue iniciado por los señores de Casa Bermeja, perteneciente al noble linaje de Pineda, de quien lo adquirió, al precisar aquéllos una gruesa suma para el pago de un rescate a los moros, en 1843, doña Catalina de Ribera, cuyo esposo mandaría construir algunos lustros después la denominada Casa de Pilatos, residencia de los Adelantados de Andalucía, marqueses de Tarifa y luego Duques de Alcalá. De ahí que el palacio de referencia quedase en manos de una rama segundogénita de los Afán de Ribera, los marqueses de de Villanueva del Río, descendientes de Fadrique Enríquez de Ribera, que enlazaron con la Casa de Alba.

Algunas de las actuales estancias del palacio, como el patio, de majestuosa arcada, la capilla o los hermosos salones de la planta alta proporcionan una idea aproximada de la magnificencia y entidad de la antigua edificación, excelente muestra de la transición del gótico postrero al renacimiento, con bellísimos arcos ojivales, elementos platerescos, ornamentaciones y artesanados mudéjares. Recordemos asimismo que, además de a sus propietarios, pertenecientes a uno de los primeros linajes de la Grandeza de España, sus muros albergaron, en sus estancias en Sevilla, a la emperatriz Eugenia, tía de los Alba, a quien recuerda hoy en el palacio un magnífico retrato de Winterhalter. Y aquí, en Dueñas, vivieron su infancia Manuel y Antonio Machado, cuyo padre era administrador de los duques.

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Casa de Pilatos

Casa de Pilatos en Sevilla

Fuera de los Reales Alcáceres, el más célebre de los grandiosos palacios sevillanos es el conocido popularmente por Casa de Pilatos, antigua residencia de los Adelantados de Andalucía y, en la actualidad, de su descendiente, Doña Victoria Eugenia Fernández de Córdova y Fernández de Henestrosa, duquesa de Medinaceli y también de Alcalá y Tarifa, entre un sinfín de títulos nobiliarios. El palacio, que auna a los elementos arquitectónicos renacentistas, soberbios artesanados mudéjares e imponentes zócalos de azulejería de Cuenca y Triana, corresponde a la primera mitad del quinientos, como recuerda en la bella portada de factura genovesa una inscripción cuyo tenor es el siguiente: "Esta casa mandaron hacer los ilustres señores Don Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, y Doña Catalina de Ribera, su mujer, y esta portada mandó hacer su hijo Don Fadrique Enríquez de Ribera, primer Marqués de Tarifa, asimismo Adelantado. Asentóse en 1533". Sería el quinto marqués y noveno Adelantado, asimismo Duque de Alcalá, Don Fernando Afán de Ribera y Enríquez, personaje de excepcional cultura y gran mecenas, que desempeñó los más altos cargos de la monarquía en Italia (embajador ante la Santa Sede, virrey de Nápoles y Sicilia, gobernador del Milanesado, vicario regio en Italia), quien enriquecería la mansión con un excepcional conjunto de esculturas clásicas y otros elementos arqueológicos, dotándola asimismo de riquísima biblioteca.

La curiosa denominación de Casa de Pilatos respondió a la fantasía de que el Adelantado Don Pedro Enríquez, viajero a Tierra Santa, había pretendido reproducir el palacio de Poncio Pilatos al edificar el suyo; ello en el contexto de que de la mansión partía un Vía Crucis que concluía en el Humilladero de la Cruz del Campo. Asimismo, por dicho motivo, carente de todo fundamento, se aplicaron nombres (Salón del Pretorio, Descanso de los Jueces, etc.) a las maravillosas estancias; a las que se añade el famoso patio cuadrado, pieza de traza y decoración verdaderamente excepcionales.

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